CALIFORNIA (EE.UU.) - El pasado enero científicos del Instituto de Tecnología de California (Caltech) en Pasadena (EE.UU.) publicaron sus sospechas, a partir de unos cálculos matemáticos, de la existencia de un noveno mundo oculto en los confines del Sistema Solar, que se conoce popularmente como Planeta X o Planeta 9. La noticia dio la vuelta al mundo pero la idea no era nueva. En 2014, los investigadores Scott Sheppard y Chad Trujillo, de la Institución Carnegie, ya habían apuntado a la existencia potencial de un planeta gigante cuya gravedad afectaba a las órbitas de otros cuerpos más pequeños, un puñado de objetos transneptunianos extremos (cuyas órbitas alrededor del Sol están más allá de la de Neptuno) que tenían ángulos orbitales similares. El hipotético planeta sería varías veces más grande que la Tierra (posiblemente tanto como 15 veces más) y se situaría a más de 200 veces nuestra distancia del Sol (cinco veces más distante que Plutón.)
En su día, Sheppard y Trujillo fueron casi tomados por locos -su hipótesis fue rechazada por gran parte de la comunidad científica-, pero hoy en día, reforzados por las nuevas conclusiones de sus colegas de Caltech- siguen en la búsqueda del misterioso planeta. Todavía no han dado con él pero sí han encontrado algo fascinante por el camino: han detectado varios objetos nunca antes vistos a distancias extremas del Sol. Los científicos han presentado sus hallazgos al Centro de Planetas Menores de la Unión Astronómica Internacional para que se encargue de darles un nombre oficial.
Uno de los nuevos objetos es 2014 SR349, que se suma a la clase de raros objetos transneptunianos extremos. Exhibe características orbitales similares a los cuerpos extremos previamente conocidos cuyas posiciones y movimientos llevaron a Sheppard y Trujillo a proponer inicialmente la influencia del Planeta X.
Un segundo, designado como 2013 FT28, tiene unas características similares a las de otros objetos extremos, pero también algunas diferencias. La órbita de un objeto está definida por seis parámetros y la coincidencia del grup0 de objetos en ellos es el argumento principal para el noveno planeta. 2013 FT28 muestra características similares en algunos de estos parámetros (excentricidad, inclinación, etc...), pero en uno de ellos, un ángulo llamado la longitud del perihelio, es diferente, lo que hace esa tendencia menos fuerte.
Otro descubrimiento de 2014 FE72, el primer objeto de la distante nube de Oort que se encuentra con una órbita completamente más allá de Neptuno, que le lleva tan lejos del Sol (alrededor de 3.000 veces más lejos que la Tierra) que probablemente está siendo influenciado por las fuerzas de la gravedad desde más allá de nuestro sistema solar, como otras estrellas y la marea galáctica. Es el primer objeto observado a una distancia tan grande.
En busca del Planeta X
Los autores del estudio, publicado en The Astronomical Journal, creen que cuantos más cuerpos se encuentren a distancias extremas, mayor será la posibilidad de restringir la ubicación del hipotético noveno planeta, ya que la gravedad de ese planeta influye en los movimientos de los objetos más pequeños que están mucho más allá de Neptuno.
«Los objetos encontrados más allá de Neptuno tienen la clave para desbloquear los orígenes y la evolución de nuestro Sistema Solar», explica Sheppard. «Aunque creemos que hay miles de estos pequeños objetos, no hemos encontrado muchos de ellos todavía, porque están tan lejos. Los objetos más pequeños nos pueden llevar al planeta mucho más grande que pensamos que existe ahí fuera. Cuantos más descubrimos, mejor seremos capaces de entender lo que está pasando en el Sistema Solar exterior».
Sheppard y Trujillo, junto con David Tholen de la Universidad de Hawái, están llevando a cabo el estudio más grande y profundo de los objetos más allá de Neptuno y el Cinturón de Kuiper y han cubierto casi el 10% del cielo hasta la fecha utilizando algunos de los telescopios y cámaras más grandes y avanzados del mundo. A medida que encuentran y confirman objetos extremadamente distantes, analizan si sus descubrimientos encajan en las teorías más amplias acerca de cómo las interacciones con un planeta distante masivo podrían haber dado forma a nuestro sistema.
«En este momento estamos tratando con estadísticas muy bajas, por lo que no entiendo muy bien lo que está sucediendo», reconoce Sheppard. «Un mayor número de objetos transneptunianos extremos deben encontrarse para determinar por completo la estructura de nuestro Sistema Solar exterior».
De acuerdo con Sheppard, «ahora nos encontramos en una situación similar a la de mediados del siglo XIX, cuando Alexis Bouvard notó que el movimiento orbital de Urano era peculiar, lo que finalmente llevó al descubrimiento de Neptuno».
FUENTE: ABC CIENCIA
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