SANTO DOMINGO - Pocas alegrías
nos depara el futuro cuando nos enteramos que debemos resignarnos a convivir
con una enfermedad catastrófica por el resto de nuestros días. Pero más
aún cuando el “mal” es diagnosticado en
el mismo instante del nacimiento, sobre
todo, en un país de significativas limitaciones económicas. Tal es el caso de Grace
Reyes, 20 años, quien desde pequeña padece de mielomeningocele, defectoen que la columna vertebral y el conducto
raquídeo no se cierran antes del nacimiento y, por lo general, se desarrolla durante
el primer mes de embarazo.
Por tanto, sus
pies hacia adentro, pérdida de sensibilidad en los lados dela pierna y falta de equilibrio en la columna, producidos
por esta enfermedad, provocaron que a Reyes le amputaran los pies cuando apenas
tenía 13 años de edad. ‘’A mis 11 años sentía que los huesos de mis pies se
estaban rompiendo, por lo que en un diagnósticomédico se determinó que debían
cortarme los pies a pesar de mi temprana edad’’, recuerda con mucha tristeza.
Los fuertes
dolores y el sometimiento constante a operaciones quirúrgicas hicieron de esta
joven una de las infancias más difíciles; incluso, dice que por un momento dudó
de la existencia de Dios. Sin embargo, cuenta que a pesar de los largos días y
noches de amargura siempre mantuvo el deseo de vivir.
“No
soy la que se rinde a la primera’’
|
“Pasé
por tantos procesos en mi adolescencia
que en ciertos momentos perdí las esperanzas, a los 16 años un médico me dijo
que me iban a amputar los dos pies, eso me hizo sentir peor de lo que ya estaba
viviendo, en ese momento dejé de creer en Dios porque él no me ayudaba, pero
después de un tiempo entendí el propósito que Jesucristo tiene conmigo, y ahora
me siento satisfecha con lo que he logrado a mi corta edad”, relata con sus
ojos aguados.
Para ella,
suponía un “fuerte dolor” abstenerse de ir al colegio todos los días porque sus
médicos la tenían en reposo, situación que aprovechaba para jugar con su
hermano Héctor y su primo Alberto. Dice que ama la escuela pero hubo momentos
en los que sentía el rechazo de sus compañeros de estudios porque la miraban
indiferente.
“Los niños me
rechazaban y me excluían de los grupos debido a mi discapacidad; en verdad fue
un duro proceso de adaptación donde tuve altas y bajas, pero gracias a Dios soy
una persona muy valiente”, así sintetiza su experiencia en la escuela.
El panorama no
era alentador para Reyes, pero expresa que el respaldo de su familia y de
algunos amigos fue de gran ayuda para salir adelante. “Mis padres siempre me
han apoyado, nunca me han tratado con indiferencia en relación a mis otros
hermanos, me hicieron entender que mi discapacidad no limitaba el sincero amor
que ellos sienten por mí. Para ellos aunque esté en sillas de ruedas sigo
siendo una persona normal, lo que ha sido de gran estímulo para seguir
viviendo”.
Los daños
físicos que sufren los pacientes de mielomeningocele
no son obstáculos para que Reyes lleve una vida normal dentro de la sociedad.
“Hago una vida como las demás personas a pesar de que no puedo hacer cosas como
saltar, correr, bailar y nadar; pero mi vida es relativamente normal porque
aprendí a vivir con mis limitaciones físicas y a valerme por mí misma’’.
El
deseo de superación de esta joven es sorprendente. Manifiesta que en un futuro
quiere casarse, tener tres hijos, viajar por diferentes países de Europa y
Estados Unidos, ser una destacada profesional para mejorar sus condiciones
económicas y“ayudar a mi familia que me lo ha dado todo”.Agrega que el ser
humano debe “agarrarse” de Dios y mirar el lado positivo de las cosas, pero sin
aferrarse a las vanidades de la vida porque son pasajeras y dañinas.
A pesar de sus
altas pretensiones, Reyes sabe que para llegar al éxito hay que superar muchas
berreras y estigmas, sobre todo aquellas personas que poseen importantes limitaciones
físicas en una sociedad caracterizada por la desigualdad y la pérdida de
valores éticos y morales. Consciente de esto, desde niña se empeñó en obtener
buenas calificaciones en las asignaturas que cursaba, se graduó de bachiller
con honores, lo que le hizo merecedora de una beca para ir a la universidad a
estudiar una carrera profesional. Pero no fue nada fácil.
Satisfecha
de compartir aspectos relevantes de su vida, cuenta la anécdota de los
sinsabores que vivió para obtener la beca y su posterior ingreso a la
universidad: “En mi colegio tocaron muchas puertas para que conocieran el
potencial que podía explotar. Una persona de la Entidad nos dijo que la universidad no era la adecuada
para mí, y que además la convocatoria a becas había pasado”, puntualiza.
“Los niños me rechazaban y me
exclan de los grupos debido a mi discapacidad; en verdad fue un duro
proceso de adaptación donde tuve altas y bajas, pero gracias a Dios soy una
persona muy valiente”
|
Grace Reyes, es una persona que al tratar con ella deja evidencia de su implacable inteligencia, serenidad, preparación y amabilidad. Seria pero también alegre y cálida, es alguien que sabe bien hacia donde camina y sus ideas son la lógica conclusión de una joven llena de sueños y deseo de superación. Sólo queda esperar que Dios, el amor de sus padres, las autoridades de la universidad y su pasión por el estudio iluminen y allanen el camino para que esta valiente joven alcance sus anhelos de ser una profesional exitosa y conforme una familia feliz.
LA REDACCIÓN EL MURO INFORMATIVO RD
No hay comentarios:
Publicar un comentario