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miércoles, 14 de marzo de 2018

Pedernales: ¿Víctima de una campaña de odio?


SANTO DOMINGO - La advertencia y promoción de expulsión de los nacionales haitianos que viven en la provincia Pedernales, dirigida por un grupo de moradores de esa localidad luego de que una pareja de esposos falleciera, presuntamente a manos de tres ciudadanos de la raza negra, es una reacción que, sin dudas, encuentra su naturaleza en la campaña de rechazo y odio que en los últimos años de manera paulatina promueven diversos sectores de la sociedad civil contra los inmigrantes haitianos que entran al país.

Si bien la República Dominicana está conminada a diseñar y aplicar políticas públicas dirigidas a mermar la exorbitante cantidad de ilegales haitianos que a diario atraviesan la frontera dominico-haitiana, la actitud de los moradores de la mencionada provincia fronteriza debe ser repudiada y condena por todos, sobre todo porque en materia de migración con Haití, República Dominicana no presenta buenas credenciales frente a la comunidad internacional.

Lo peor de todo es que las autoridades dominicanas permitieron que los indignados se desplazaran por las calles de Pedernales con mensajes nazistas y apológicos, advirtiendo que daban un plazo de 24 horas para que los haitianos residentes en esa demarcación abandonen el país, porque de lo contrario tomarían represalias contra ellos.

De comprobarse que los acusados son responsables del crimen, es oportuno preguntarse con qué autoridad un grupo de moradores deciden aplicar justicia en sus manos, cuando el país posee suficientes mecanismos legales para hacer que los culpables paguen por sus hechos. Pero, además, ninguna persona puede ser castigada por un hecho que no cometió. Cada quién es responsable de sus actos, por lo que emprenderla contra el colectivo haitiano que reside en Pedernales fue una decisión absurda, aberrante y discriminatoria.

Ante los momentos de tensión y pesadillas que vivieron los haitianos radicados en la señalada provincia fronteriza, el embajador de ese país debió gestionar la intervención del presidente Danilo Medina para que garantice la seguridad física de los haitianos inocentes que habitan en ese lugar, pero nueva vez quedó demostrado que a las autoridades haitianas poco les importa la suerte y el destino de sus nacionales que residen en esta parte de la isla.

En materia política, Haití ha demostrado que sus gobernantes sólo se han interesado en obtener lucrativas riquezas en desmedro de sus habitantes, mientras dirigen campañas internacionales acusando a República Dominicana de racista, tratando de ocultar sus incapacidades y desaciertos, en procura de que nosotros acojamos a los haitianos que salen de ese país huyendo de la crisis económica y los problemas sociales que les afecta.
Lo cierto es que a partir del siglo XXI cientos de miles de haitianos han atravesado la frontera de manera ilegal, con el propósito de conseguir trabajo en los sectores de la Construcción, Agricultura, Café y hotelería, afectando considerablemente la mano de obra dominicana.

Datos aportados por la última encuesta de extranjeros, realizada en el año 2012, revela que los haitianos representan poco más del 90% de los extranjeros que viven en República Dominicana, situación que empeoró aún más con el terremoto que en 2011 azotó a ese país, dejando una cantidad indeterminada de personas muertos y heridos.

Es oportuno anotar que a partir de la Sentencia 0168/13 del Tribunal Constitucional dominicano, que ratifica como extranjeros a los hijos de personas en tránsito nacidos en el país, un grupo de personas y organizaciones defensoras de los derechos de extranjeros haitianos radicados en el país, llevaron a cabo una campaña de descrédito contra la República Dominicana por supuestamente discriminar y dejar en estado “apátrida” y en un “limbo jurídico” a centenas de miles de dominicanos descendientes de haitianos, lo que despertó un sentimiento nacionalista en buena parte de dominicanos que se mostraron de acuerdo con la decisión del TC.

Desde entonces no han cesado las campañas, tanto a favor como en contra, de los haitianos radicados en el país, por lo que los hechos ocurridos en Pedernales pueden estar asociados a los mensajes de odio y rechazo que se expresan a través de los medios tradicionales de comunicación, así como en audios y videos que circulan en las redes sociales.

Los acontecimientos de Pedernales demuestran que el problema migratorio haitiano ha tomado un giro muy peligroso, que de no ser atendido con la responsabilidad que requiere podría terminar con enfrentamientos civiles entre dominicanos y haitianos. Además, no se puede obviar el principio de reciprocidad, al que los haitianos pueden acudir para atacar y perseguir físicamente a los dominicanos que viven en su país cuando se produzcan situaciones similares.

Se espera que en lo adelante República Dominicana y Haití superen esta problemática, en razón de que ambos pueblos comparten la misma isla y un mercado económico de suma rentabilidad mutua. Sin embargo, la soberanía de los pueblos debe ser preservada por encima de cualquier actividad económica, por lo que cualquier acción dirigida a resolver los conflictos señalados precedentemente debe garantizar el respeto y tutela de la prerrogativa que poseen los Estados para actuar con libertad.


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