Santo Domingo, Martes 30/04/2019 - El Bloque Institucional Social
Demócrata (BIS) se ha mantenido como aliado del Partido de la Liberación
Dominicana (PLD) durante los últimos 20 años, concurriendo juntos a los
procesos electorales de los años 2000, 2004, 2006, 2008, 2010, 2012 y 2016. De hecho, participamos activa y
determinantemente para lograr los acuerdos que en 2015 dieron lugar a la
participación unificada del PLD y al triunfo electoral del año siguiente.
Para nosotros resulta obvio,
asimismo, que el legado del PLD como partido de gobierno tiene más luces que
sombras, más aspectos positivos que negativos.
Lo dicho evidencia que nuestra
propuesta no es particular ni basada en intereses personales sino
institucionales, puesto que, de hecho, nos unen lazos de amistad tanto con el
Licenciado Danilo Medina –a quien nuestro partido ha llevado como candidato
presidencial en tres ocasiones– como con el Doctor Leonel Fernández –a quien
hemos presentado como candidato presidencial dos veces–. Para ambas
candidaturas logramos articular lo que hoy se conoce como Bloque Progresista.
Nuestra propuesta fue hecha dentro
del contexto de la realidad política actual, a la vista de la cual se comprende
rápidamente que en esta materia las cosas son determinadas por el pueblo, que
es quien vota y legitima a las autoridades públicas, quien confiere y quita el
poder.
Para nosotros, ningún análisis,
examen ni propuesta política que no considere atentamente la voluntad popular
está condenada al fracaso.
La realidad observable a simple
vista es la situación de bicefalia del liderazgo del PLD. Pocos, sin embargo,
advierten que no se trata de porcentajes en las encuestasde uno u otro
liderazgo, puesto que la aceptación de los probables candidatos depende del
momento y el escenario de medición. Lo importante es comprender que ambos
líderes se necesitan, que de hecho debe existir un proceso de cohabitación. Se
haría muy bien en comenzar por aceptar que ambos líderes acaparan la práctica
totalidad de las adhesiones tanto a lo interno del PLD como a nivel de sus
aliados.
De los dos líderes de PLD, solo uno
está constitucionalmente habilitado para participar en 2020. Danilo Medina no
está habilitado para esa participación. Y no se trata solamente de que habría
de modificarse la Constitución para permitir su segunda reelección consecutiva,
sino que esa fue precisamente la causa de la modificación constitucional de
2015, de donde indudablemente surge la extendida convicción de que es ilógico y
desproporcionado intentar otra modificación constitucional con similar
pretensión.
Nuestra propuesta reconoce los
liderazgos en el contexto político-electoral del momento. Ninguno de los
aspirantes a la precandidatura presidencial del PLD tiene las simpatías de
Leonel Fernández, ni a lo interno ni a lo externo del PLD. De allí que nuestra propuesta
le reconozca que debe ser quien encabece la candidatura presidencial de ese
partido, dado que se presenta como el candidato “de hecho” o “natural” para la
próxima contienda electoral.
El Presidente Medina es hoy el
principal activo del PLD: tiene derecho a presentarse nuevamente para otro
proceso electoral, a fortalecer y mantener su liderazgo y a defender su legado.
Su obra social tiene que ser reconocida hasta por sus más feroces críticos. Por eso nuestra propuesta sostiene que seguir
dando sus aportes, al igual que los otros expresidentes desde el Senado de la
República y desde la presidencia del PLD, teniendo la oportunidad de
presentarse si así fuere menester a partir de 2024.
Reconocemos una realidad muy “dominicana”:
los liderazgos reales no son efímeros. Por el contrario, incluso suelen ser de
por vida. Basta ver los ejemplos de Balaguer, Bosch y Peña Gómez quienes fueron
vehementemente seguidos por sus adherentes incluso más allá de la tumba. Los liderazgos
de Danilo Medina, Leonel Fernández y el de Hipólito Mejía, parecen seguir esa
senda de fidelidad de sus seguidores.
No obstante, al revisar la historia
se comprueba otra característica de los liderazgos dominicanos: no se
construyen al margen del poder. El único caso en que se ha construido un
liderazgo real sin llegar al poder fue el caso del Doctor José Francisco Peña
Gómez. De allí que nadie pueda sorprenderse de que nuestra propuesta vaya en
reconocimiento de esa realidad y de la idiosincrasia del pueblo dominicano.
La propuesta de que debe ser asumida
la candidatura vicepresidencial por la licenciada Cándida Montilla de Medina o por
el Doctor Reynaldo Pared Pérez tiende a comprometer a todos los sectores del
partido en lograr el triunfo en 2020, tal como ocurrió con la propuesta de la
doctora Margarita Cedeño de Fernández en su primera y segunda vicepresidencias,
que fue parte importante en el apoyo del sector leonelista. No dudamos de que
en ese contexto los danilistas en el presente trabajarían por la propuesta
presidencial del PLD, si se encontrasen en similares circunstancias.
Cuando planteamos tomar en cuenta
los liderazgos emergentes del PLD, encabezados por Andrés Navarro, Francisco
Domínguez Brito, Carlos Amarante Baret, Temístocles Montásentre otros
precandidatos, lo hacemos reconociendo el esfuerzo que han realizado, y porque
cada uno tiene estructuras que han desplegado un trabajo extraordinario en todo
el territorio nacional. Varios pueden ser candidatos a senadores o alcaldes o a
ser tomados en cuenta para posiciones en la Administración Pública.
Estos precandidatos han sido medidos
en reiteradas ocasiones. Tienen posicionamiento electoral determinado, son
figuras que aportan a la propuesta electoral del PLD y sus aliados.
Lo que es odioso para algunos no es
hablar de la reforma constitucional, sino solamente cuando se trata de la reforma
única y exclusivamente para la reelección. Habilitar al Presidente Medina, convertir
en senadores a los expresidentes, unificar las elecciones y otros temas, si se
logra consensuar con los otros partidos, incluyendo propuestas de la oposición,
garantizaría el tramite congresual de la reforma.
La historia da muchos ejemplos de
los errores que se cometen por no entender que los políticos en el poder en
algún momento deben entregarlo. Por eso deben manejarse con mesura y
comedimiento. Los cargos son prestados, se deben a la voluntad popular, a la
voluntad del soberano. Lo natural es que estemos todos preparados para estar
tanto en gobierno como en oposición.
El PLD estuvo 27 años en la
oposición (1973-1996 y 2000-2004), 23 de ellos de manera ininterrumpida. Hoy
los perredeístas versión PRM van a tener 16. O sea, todos hemos sido opositores
y en algunos momentos gobierno.
Ahora, todo aquel que divide su partido
o su coalición de antemano está ante la crónica de una derrota anunciada. Solo
la suma de los liderazgos de Leonel Fernández y Danilo Medina tienen
posibilidad de competir contra las fuerzas opositoras, debiendo hacerlo en
monolítica unidad, con el apoyo de viejos y nuevos aliados, para reforzar el
posicionamiento electoral.
La lógica indica que tras 16 años de
ejercicio del poder se produce un desgaste, un hartazgo más o menos severo de
las posibilidades electorales. No entenderlo es desconocer el sentido práctico
de la política y el cansancio que se produce en sectores importantes de la
sociedad por el largo ejercicio del poder.
Auspiciar la unidad debe ser el
norte de quienes son miembros y de quienes son aliados al PLD, aunque la
formación de grupos o personas alrededor de los liderazgos auspicien y
promuevan el divisionismo. Eso es precisamente lo que nuestra propuesta hace:
dar una voz de alerta, decir lo que algunas veces la altura no permite
escuchar.
Sé que los papeles de los
proponentes algunas veces no son reconocidos por los afectados. Pero eso no es
óbice para intentarlo, sobre todo atendiendo la experiencia del que esto
escribe, que lo vivió en los casos de los presidentes Antonio Guzmán y Salvador
Jorge Blanco, casos que enseñan preocupantes lecciones de política y de vida.
Solo aquellos que no conocen la historia pueden desconocer semejantes
resultados.
Por: José Francisco Peña Guava
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